esde que somos concebidos, se marcan los roles básicos y vitales que tomarán en nuestra vida nuestros progenitores: El padre a través del encuentro sexual brinda la energía poderosa que después de una extenuante lucha y búsqueda llega hasta le semilla de la madre quien espera paciente y en el lugar indicado para que se dé el encuentro. En cuanto ocurre la conexión y se gesta una nueva vida a partir de estas dos energías, la femenina y la masculina; el vientre de la madre, que ya ha sido perfectamente acondicionado para que esta vida se desarrolle conforme al proceso que le corresponda, es el encargado de proveer a este nuevo ser de todo lo que necesite.
¡Es entonces donde comienza la estrecha relación con la comida! A través del cordón umbilical la madre “alimenta” al bebé no sólo de los nutrientes que necesita para formar y fortalecer su cuerpo, también de información que va más allá: Sus miedos, su capacidad o no capacidad para hacerse cargo de ambos, la relación con el padre, la culpa de desatender a sus otros hijos, el rechazo, su atención, su dolor, su apego a la vida, su aceptación, etc.
El bebé nace ya con bastante información acerca de qué le espera a su llegada a este plano, fuera del cuerpo de su madre, que es todo lo que hasta ahora conoce.
Su primer encuentro con esta nueva etapa de su viaje es a través del hambre, es el deseo de comer lo que lo impulsa a conectarse con la vida. La comida y la madre en este momento, son prácticamente lo mismo…
Y aquí me gustaría contarles algo que hace poco una querida amiga que ha trabajado con madres adictas a sustancias altamente destructivas, como el thinner inhalado me compartió: Al estar pegado el bebé a la madre, está también “pegado” a la droga; la huele, la respira y para él no existe otra cosa; ese olor y su impacto, son ahora parte de su pertenencia a la vida. Cuando tratan de separar al bebé de su madre para poder cuidar a ambos, el bebé se enfrenta a una crisis brutal de abstinencia, lo están separando de la sustancia que ya alteró su sistema y lo hizo adicto, pero también lo están separando del medio que lo mantiene conectado con su madre.
En términos de la comida, pasa algo similar, nos cuesta trabajo diferenciar a la “sustancia” de la “proveedora” de la sustancia. Todos, incluyendo a quienes no tuvieron a su madre cerca, a quienes la perdieron, a quienes tienen una pésima relación con ella, incluso a quienes no la conocieron, fuimos nutridos en primera instancia por ella, es por eso que es tan compleja esta relación, porque está cargada de muchos matices.
Conforme vamos creciendo y desarrollando nuestras propias percepciones de lo que va ocurriendo en nuestro camino, esta importante relación va también tomando diversos rumbos.
No importa como sea nuestra relación con nuestra madre; nos marca en muchos sentidos; he escuchado cientos de historias en mis talleres y en todas hay mucho que aprender de la relación que tienen con su madre, obviamente también con el padre, los hermanos, abuelos, tíos, pero en este momento quiero centrarme en ella.
PUEDES TENER UNA MALA RELACIÓN CON LA COMIDA SI:
- El tema de las dietas es un tema cotidiano.
- Haces dieta cada lunes.
- Cuando no estás a dieta estás “rompiendo la dieta”
- Cuentas calorías.
- Desquitas en el gimnasio lo que te comiste de más.
- Vomitas después de comer.
- Haces todo lo posible por no comer.
- Planeas tus actividades en torno a la comida.
- Dejas de ir a algún evento por estar gorda.
- Te comes las sobras de la comida de tus hijos.
- Frente a los demás comes diferente a cuando comes solo.
- Tienes tu alacena llena de productos light.
- Te obsesionas con la comida saludable.
- Sientes que eres un baúl sin fondo.
- Haces continuamente referencia a la forma de comer
de los demás. - Consideras “pecado” comer chocolates.
Por otro lado, aprendemos a vernos a través de los ojos de los demás, especialmente de quienes más amamos, es por eso que si nos sentimos rechazados por esa persona, seguiremos rechazándonos a nosotros. El peso entonces es una de las formas de “control” que aprendimos de manera no consciente a manejar para defendernos, alejarnos, crecer, vernos, etc…
PUEDES TENER UNA MALA RELACIÓN CON EL PESO SI:
- Haces dieta cada lunes.
- Tu peso varía constantemente.
- Comes diferente sola que acompañada.
- Comes diferente según el sentimiento que te invada.
- Te obsesionas con el ejercicio.
- Te pesas con frecuencia.
- Tu peso cambia tu estado de ánimo.
- Te comparas continuamente con los demás
en relación al cuerpo.
- No te gusta lo que ves en el espejo.
- Dejas de arreglarte cuando no estas “en tu peso”
- Estar en tu peso es estar unos kilos abajo.
- Tienes catalogada tu ropa como:
la de flaca, la de gorda, la de para cuando adelgace. - Haces planes para cuando bajes de peso.
- Dejas de hacer cosas por no estar en “el peso ideal”
- Dejas de tener sexo con tu pareja por estar gorda.
AHORA REVISEMOS CUÁLES SON ALGUNAS DE LAS CAUSAS DE ESTA RELACIÓN:
USOS DE LA COMIDA.
- Compañía.
- Sedante.
- Para “escapar”
- Para no sentir.
- Para intentar recuperar el sentimiento de protección
y calor que sentimos en la niñez. - Para sentir que tenemos el control.
- Por una lealtad.
- Para no contactar.
- Para castigarme o castigar a alguien.
- Para no mostrar vulnerabilidad.
- Para premiarnos.
- Para rebelarnos de privaciones.
USOS DEL PESO.
- Para pertenecer.
- Para diferenciarnos.
- Para ocupar un lugar.
- Por miedo a la relación con el sexo opuesto.
- Como protección ante un abuso.
- Para no ser atractivos.
- Para no triunfar.
- Para no ser feliz.
- Para ser vistos o por el contrario para no ser vistos.
- Para no cumplir y rebelarnos a los deseos de los padres.
- Para no “competir”
Si hacemos consciente para qué estamos usando a la comida y al peso, podemos comenzar a darnos eso que necesitamos de manera asertiva y real en lugar de hacerlo por medio de “sustitutos” que nos dejan insatisfechos, frustrados y dañados.